Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Ezequiel 21, 10-37

10 Y todo el mundo sabrá que yo, Yahveh, he sacado mi espada de la
vaina; no será envainada.

11 Y tú, hijo de hombre, lanza gemidos, con corazón quebrantado.

Lleno de amargura, lanzarás gemidos ante sus ojos.

12 Y si acaso te dicen: «¿Por qué esos gemidos?», dirás: «Por causa
de una noticia a cuya llegada todos los corazones
desfallecerán,
desmayarán todos los brazos, todos los espíritus se amilanarán, y todas las
rodillas se irán en agua. Ved que ya llega; es cosa hecha, oráculo del Señor
Yahveh.»

13 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:

14 Hijo de hombre, profetiza. Dirás: Así dice el Señor. Di: ¡Espada,
espada! Afilada está, bruñida.

15 Para la matanza está afilada, para centellear está bruñida...

16 Se la ha hecho bruñir para empuñarla; ha sido afilada la espada, ha
sido bruñida para ponerla en mano de matador.

17 Grita, da alaridos, hijo de hombre, porque está destinada a mi
pueblo, a todos los príncipes de Israel destinados a la espada con mi pueblo.
Por eso golpéate el pecho,

18 pues la prueba está hecha... oráculo del Señor Yahveh.

19 Y tú, hijo de hombre, profetiza y bate palmas. ¡Golpee la espada
dos, tres veces, la espada de las víctimas, la espada de la gran víctima, que
les amenaza en torno!


20 A fin de que desmaye el corazón y abunden las ocasiones de caída,
en todas las puertas he puesto yo matanza por la espada, hecha para
centellear, bruñida para la matanza.

21 ¡Toma un rumbo: a la derecha, vuélvete a la izquierda, donde tus
filos sean requeridos!

22 Yo también batiré palmas, saciaré mi furor. Yo, Yahveh, he
hablado.

23 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:

24 Y tú, hijo de hombre, marca dos caminos por donde venga la
espada del rey de Babilonia, que salgan los dos del mismo país, y
marca
una señalización, márcala en la cabecera del camino de la ciudad;

25 trazarás el camino para que venga la espada hacia Rabbá de los
ammonitas y hacia Judá, a la fortaleza de Jerusalén.

26 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, en la
cabecera de los dos caminos, para consultar a la suerte. Ha sacudido
las
flechas, ha interrogado a los terafim, ha observado el hígado.

27 En su mano derecha está la suerte de Jerusalén: para situar arietes,
dar la orden de matanza, lanzar el grito de guerra, situar arietes contra las
puertas, levantar un terraplén, hacer trincheras.

28 Para ellos y a sus ojos, no es más que un vano presagio: se
les
había dado un juramento. Pero él recuerda las culpas por las que
caerán
presos.

29 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Por haber hecho recordar
vuestras culpas, descubriendo vuestros crímenes, haciendo aparecer
vuestros pecados en todas vuestras acciones, y porque así se
os ha
recordado, caeréis presos en su mano.

30 En cuanto a ti, vil criminal, príncipe de Israel, cuya hora ha llegado
con la última culpa,

31 así dice el Señor Yahveh: La tiara se quitará, se depondrá la
corona, todo será transformado; lo humilde será elevado, lo elevado
será
humillado.

32 Ruina, ruina, ruina, eso es lo que haré con él, como jamás la hubo,
hasta que llegue aquel a quien corresponde el juicio y a quien yo
se lo
entregaré.

33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así dice el Señor Yahveh a los
ammonitas y sus burlas. Dirás: ¡La espada, la espada está desenvainada para
la matanza, bruñida para devorar, para centellear

34 - mientras se tienen para ti visiones vanas, y para ti se presagia la
mentira -, para degollar a los viles criminales cuya hora ha llegado con la
última culpa!

35 Vuélvela a la vaina. En el lugar donde fuiste creada, en tu tierra de
origen, te juzgaré yo;

36 derramaré sobre ti mi ira, soplaré contra ti el fuego de mi furia, y te
entregaré en manos de hombres bárbaros, agentes de destrucción.

37 Serás pasto del fuego, tu sangre correrá en medio del país, no
quedará de ti recuerdo alguno, porque yo, Yahveh, he hablado.