25 trazarás el camino para que venga la espada hacia Rabbá de los
ammonitas y hacia Judá, a la fortaleza de Jerusalén.
26 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, en la
cabecera de los dos caminos, para consultar a la suerte. Ha sacudido
las
flechas, ha interrogado a los terafim, ha observado el hígado.
27 En su mano derecha está la suerte de Jerusalén: para situar arietes,
dar la orden de matanza, lanzar el grito de guerra, situar arietes contra las
puertas, levantar un terraplén, hacer trincheras.
28 Para ellos y a sus ojos, no es más que un vano presagio: se
les
había dado un juramento. Pero él recuerda las culpas por las que
caerán
presos.
29 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Por haber hecho recordar
vuestras culpas, descubriendo vuestros crímenes, haciendo aparecer
vuestros pecados en todas vuestras acciones, y porque así se
os ha
recordado, caeréis presos en su mano.