10 Los de Persia, de Lud y de Put servían en tu ejército como hombres
de guerra; suspendían en ti el escudo y el yelmo, te daban esplendor.
11 Los hijos de Arvad, con tu ejército, guarnecían por todas partes tus
murallas, y los gammadeos tus torres. Suspendían sus escudos en tus
murallas, todo alrededor, y hacían perfecta tu hermosura.
12 Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata,
hierro, estaño y plomo daba por tus mercancías.
13 Yaván, Túbal y Mések traficaban contigo: te daban a cambio
hombres y utensilios de bronce.
14 Los de Bet Togarmá daban por tus mercancías caballos de tiro y de
silla, y mulos.
15 Los hijos de Rodán traficaban contigo; numerosas islas eran
clientes tuyas; te pagaban con colmillos de marfil y madera de ébano.
16 Edom era cliente tuyo por la abundancia de tus productos: daba por
tus mercancías malaquita, púrpura, recamados, batista, coral y rubíes.
17 Judá y la tierra de Israel traficaban también contigo: te daban a
cambio trigo de Minnit, pannag, miel, aceite y resina.
18 Damasco era cliente tuya por la abundancia de tus productos;
gracias a la abundancia de toda riqueza, te proveía de vino de Jelbón y lana
de Sajar.
19 Dan y Yaván, desde Uzal, daban por tus mercancías hierro forjado,
canela y caña.
20 Dedán traficaba contigo en sillas de montar.
21 Arabia y todos los príncipes de Quedar eran también tus clientes:
pagaban con corderos, carneros y machos cabríos.
22 Los mercaderes de Sabá y de Ramá traficaban contigo: aromas de
primera calidad y toda clase de piedras preciosas y oro daban por
tus
mercancías.
23 Jarán, Kanné y Edén, los mercaderes de Sabá, de Asur y de Kilmad
traficaban contigo.
24 Traían a tu mercado vestidos de lujo, mantos de púrpura y brocado,
tapices multicolores y maromas trenzadas.
25 Las naves de Tarsis formaban tu flota comercial. Estabas repleta y
pesada en el corazón de los mares.
26 A alta mar te condujeron los que a remo te llevaban. El viento de
oriente te ha quebrado en el corazón de los mares.
27 Tus riquezas, tus mercancías y tus fletes, tus marineros y tus
timoneles, tus calafates, tus agentes comerciales, todos los guerreros
que
llevas, toda la tripulación que transportas, se hundirán en el corazón de los
mares el día de tu naufragio.
28 Al oír los gritos de tus marinos, se asustarán las costas.
29 Entonces desembarcarán de sus naves todos los remeros. Los
marineros, todos los hombres de mar, se quedarán en tierra.
30 Lanzarán su clamor por ti, gritarán amargamente. Se echarán polvo
en la cabeza, se revolcarán en la ceniza;
31 se raparán el pelo por tu causa, se ceñirán de sayal. Llorarán por ti,
en la amargura de su alma, con amargo lamento.
32 Entonarán por ti, en su duelo, una elegía, harán por ti esta
lamentación: «¿Quién era semejante a Tiro en medio del mar?
33 Cuando tus mercancías se desembarcaban, saciabas a muchos
pueblos; con la abundancia de tus riquezas y productos enriquecías a
los
reyes de la tierra.
34 Mas ahora estás ahí quebrada por los mares en las honduras de las
aguas. Tu carga y toda tu tripulación se han hundido contigo.
35 Todos los habitantes de las islas están pasmados por tu causa. Sus
reyes están estremecidos de terror, descompuesto su rostro.
36 Los mercaderes de los pueblos silban sobre ti, porque te has
convertido en objeto de espanto, y has desaparecido para siempre.»