9 ¿Podrás decir aún: «Soy un dios», ante tus verdugos? Pero serás un
hombre, que no un dios, entre las manos de los que te traspasen.
10 Tendrás la muerte de los incircuncisos, a manos de extranjeros.
Porque he hablado yo, oráculo del Señor Yahveh.
11 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
12 Hijo de hombre, entona una elegía sobre el rey de Tiro. Le dirás:
Así dice el Señor Yahveh: Eras el sello de una obra maestra, lleno
de
sabiduría, acabado en belleza.
13 En Edén estabas, en el jardín de Dios. Toda suerte de piedras
preciosas formaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra
de
ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban labrados los aretes
y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación.