4 si resulta que alguien oye bien el sonido del cuerno, pero no hace
caso, de suerte que la espada sobreviene y le mata, la sangre de este hombre
recaerá sobre su propia cabeza.
5 Ha oído el sonido del cuerno y no ha hecho caso: su sangre recaerá
sobre él. En cambio, el que haya hecho caso, salvará su vida.
6 Si, por el contrario, el centinela ve venir la espada y no toca
el
cuerno, de suerte que el pueblo no es advertido, y la espada sobreviene y
mata a alguno de ellos, perecerá éste por su culpa, pero de su
sangre yo
pediré cuentas al centinela.
7 A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de
Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte.
8 Si yo digo al malvado: «Malvado, vas a morir sin remedio», y tú no
le hablas para advertir al malvado que deje su conducta, él, el
malvado,
morirá por su culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti.
9 Si por el contrario adviertes al malvado que se convierta de su
conducta, y él no se convierte, morirá él debido a su culpa, mientras que tú
habrás salvado tu vida.
10 Y tú, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros andáis
diciendo: «Nuestros crímenes y nuestros pecados pesan sobre nosotros y
por causa de ellos nos consumimos. ¿Cómo podremos vivir?»
11 Diles: «Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo no me
complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta
de su conducta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra mala
conducta.
¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?»
12 Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia
del
justo no le salvará el día de su perversión, ni la maldad del malvado le hará
sucumbir el día en que se aparte de su maldad. Pero tampoco el justo vivirá
en virtud de su justicia el día en que peque.
13 Si yo digo al justo: «Vivirás», pero él, fiándose de su justicia,
comete la injusticia, no quedará memoria de toda su justicia, sino
que
morirá por la injusticia que cometió.
14 Y si digo al malvado: «Vas a morir», y él se aparta de pecado y
practica el derecho y la justicia,