8 Si yo digo al malvado: «Malvado, vas a morir sin remedio», y tú no
le hablas para advertir al malvado que deje su conducta, él, el
malvado,
morirá por su culpa, pero de su sangre yo te pediré cuentas a ti.
9 Si por el contrario adviertes al malvado que se convierta de su
conducta, y él no se convierte, morirá él debido a su culpa, mientras que tú
habrás salvado tu vida.
10 Y tú, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros andáis
diciendo: «Nuestros crímenes y nuestros pecados pesan sobre nosotros y
por causa de ellos nos consumimos. ¿Cómo podremos vivir?»
11 Diles: «Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo no me
complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta
de su conducta y viva. Convertíos, convertíos de vuestra mala
conducta.
¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?»
12 Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia
del
justo no le salvará el día de su perversión, ni la maldad del malvado le hará
sucumbir el día en que se aparte de su maldad. Pero tampoco el justo vivirá
en virtud de su justicia el día en que peque.
13 Si yo digo al justo: «Vivirás», pero él, fiándose de su justicia,
comete la injusticia, no quedará memoria de toda su justicia, sino
que
morirá por la injusticia que cometió.
14 Y si digo al malvado: «Vas a morir», y él se aparta de pecado y
practica el derecho y la justicia,
15 si devuelve la prenda, restituye lo que robó, observa los preceptos
que dan la vida y deja de cometer injusticia, vivirá ciertamente, no morirá.
16 Ninguno de los pecados que cometió se le recordará más: ha
observado el derecho y la justicia; ciertamente vivirá.
17 Y los hijos de tu pueblo dicen: «No es justo el proceder del Señor.»
El proceder de ellos es el que no es justo.
18 Cuando el justo se aparta de su justicia para cometer injusticia,
muere por ello.
19 Y cuando el malvado se aparta de su maldad y observa el derecho y
la justicia, vive por ello.
20 Y vosotros decís: «No es justo el proceder del Señor.» Yo os
juzgaré, a cada uno según su conducta, casa de Israel.
21 El año duodécimo, el día cinco del décimo mes de nuestra
cautividad, llegó donde mí el fugitivo de Jerusalén y me anunció: «La
ciudad ha sido tomada.»
22 La mano de Yahveh había venido sobre mí, la tarde antes de llegar
el fugitivo, y me había abierto la boca para cuando éste llegó donde mí por
la mañana; mi boca se abrió y no estuve más mudo.
23 Entonces, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
24 Hijo de hombre, los que habitan esas ruinas, en el suelo de Israel,
dicen: «Uno solo era Abraham y obtuvo en posesión esta tierra. Nosotros
somos muchos; a nosotros se nos ha dado esta tierra en posesión.»
25 Pues bien, diles: Así dice el Señor Yahveh: Vosotros coméis con
sangre, alzáis los ojos hacia vuestras basuras, derramáis sangre, ¡y
vais a
poseer esta tierra!
26 Confiáis en vuestras espadas, cometéis abominación, cada cual
contamina a la mujer de su prójimo, ¡y vais a poseer esta tierra!
27 Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: Por mi vida, que los que están
entre las ruinas caerán a espada, a los que andan por el campo los entregaré
a las bestias como pasto, y los que están en las escarpaduras y en las cuevas
morirán de peste.
28 Convertiré esta tierra en soledad desolada, y se acabará el orgullo
de su fuerza. Los montes de Israel serán devastados y nadie pasará más por
ellos.
29 Y se sabrá que yo soy Yahveh, cuando convierta esta tierra soledad
desolada, por todas las abominaciones que han cometido.
30 En cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti a
la vera de los muros y a las puertas de las casas. Se dicen unos
a otros:
«Vamos a escuchar qué palabra viene de parte de Yahveh.»
31 Y vienen a ti en masa, y mi pueblo se sienta delante de ti; escuchan
tus palabras, pero no las ponen en práctica. Porque hacen amores con
su
boca, pero su corazón sólo anda buscando su interés.
32 Tú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente
cantada, con acompañamiento de buena música. Escuchan tus palabras,
pero no hay quien las cumpla.