3 Toma luego una sartén de hierro y colócala como un muro de hierro
entre ti y la ciudad. Fijarás tu rostro sobre ella, y quedará en estado de
sitio:
tú la sitiarás. Es una señal para la casa de Israel.
4 Acuéstate del lado izquierdo y pon sobre ti la culpa de la casa
de
Israel. Todo el tiempo que estés acostado así, llevarás su culpa.