2 y he aquí que la gloria del Dios de Israel llegaba de la parte
de
oriente, con un ruido como el ruido de muchas aguas, y la
tierra
resplandecía de su gloria.
3 Esta visión era como la que yo había visto cuando vine para la
destrucción de la ciudad, y también como lo que había visto junto
al río
Kebar. Entonces caí rostro en tierra.