13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo
maldición por nosotros, pues dice la Escritura: = Maldito todo el que está
colgado de un madero, =
14 a fin de que llegara a los gentiles, en Cristo Jesús, la bendición de
Abraham, y por la fe recibiéramos el Espíritu de la Promesa.
15 Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun entre los
hombres, nadie anula ni añade nada a un testamento hecho en regla.
16 Pues bien, las promesas fueron dirigidas a Abraham = y a = su =
descendencia. = No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos,
sino a uno solo, = a tu descendencia, = es decir, a Cristo.
17 Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no
puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal modo que
la promesa quede anulada.
18 Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la
promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abraham su favor en forma de
promesa.
19 Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las
transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la
promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de
un mediador.
20 Ahora bien, cuando hay uno solo no hay mediador, y Dios es uno