Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Génesis 19, 8-20

8 Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las
sacaré y haced con ellas como bien os parezca; pero a estos hombres no les
hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi techo.»

9 Mas ellos respondieron: «¡Quita allá! Uno que ha venido a
avencindarse, ¿va a meterse a juez? Ahora te trataremos a ti peor
que a
ellos.» Y forcejearon con él, con Lot, de tal modo que estaban a punto de
romper la puerta.

10 Pero los hombres alargaron las manos, tiraron de Lot hacia sí,
adentro de la casa, cerraron la puerta,

11 y a los hombres que estaban a la entrada de la casa les dejaron
deslumbrados desde el chico hasta el grande, y mal se vieron para encontrar
la entrada.

12 Los hombres dijeron a Lot: «¿A quién más tienes aquí? Saca de
este lugar a tus hijos e hijas y a quienquiera que tengas en la ciudad,

13 porque vamos a destruir este lugar, que es grande el clamor de ellos
en la presencia de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado a destruirlos.»

14 Salió Lot y habló con sus yernos, los prometidos de sus hijas:

«Levantaos, dijo, salid de este lugar, porque Yahveh va a destruir la
ciudad.» Pero sus yernos le tomaron a broma.

15 Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo:

«Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran
aquí, no
vayas a ser barrido por la culpa de la ciudad.»

16 Y como él remoloneaba, los hombres le asieron de la mano lo
mismo que a su mujer y a sus dos hijas por compasión de Yahveh hacia él,
y sacándole le dejaron fuera de la ciudad.

17 Mientras los sacaban afuera, dijo uno: «¡Escápate, por vida tuya!
No mires atrás ni te pares en toda la redonda. Escapa al monte, no vayas a
ser barrido.»

18 Lot les dijo: «No, por favor, Señor mío.

19 Ya que este servidor tuyo te ha caído en gracia, y me has hecho el
gran favor de dejarme con vida, mira que no puedo escaparme al monte sin
riesgo de que me alcance el daño y la muerte.

20 Ahí cerquita está esa ciudad a donde huir. Es una pequeñez. ¡Ea,
voy a escaparme allá - ¿verdad que es una pequeñez? - y quedaré con
vida!»