Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Génesis 19, 8-37

8 Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las
sacaré y haced con ellas como bien os parezca; pero a estos hombres no les
hagáis nada, que para eso han venido al amparo de mi techo.»

9 Mas ellos respondieron: «¡Quita allá! Uno que ha venido a
avencindarse, ¿va a meterse a juez? Ahora te trataremos a ti peor
que a
ellos.» Y forcejearon con él, con Lot, de tal modo que estaban a punto de
romper la puerta.

10 Pero los hombres alargaron las manos, tiraron de Lot hacia sí,
adentro de la casa, cerraron la puerta,

11 y a los hombres que estaban a la entrada de la casa les dejaron
deslumbrados desde el chico hasta el grande, y mal se vieron para encontrar
la entrada.

12 Los hombres dijeron a Lot: «¿A quién más tienes aquí? Saca de
este lugar a tus hijos e hijas y a quienquiera que tengas en la ciudad,

13 porque vamos a destruir este lugar, que es grande el clamor de ellos
en la presencia de Yahveh, y Yahveh nos ha enviado a destruirlos.»

14 Salió Lot y habló con sus yernos, los prometidos de sus hijas:

«Levantaos, dijo, salid de este lugar, porque Yahveh va a destruir la
ciudad.» Pero sus yernos le tomaron a broma.

15 Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo:

«Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran
aquí, no
vayas a ser barrido por la culpa de la ciudad.»

16 Y como él remoloneaba, los hombres le asieron de la mano lo
mismo que a su mujer y a sus dos hijas por compasión de Yahveh hacia él,
y sacándole le dejaron fuera de la ciudad.

17 Mientras los sacaban afuera, dijo uno: «¡Escápate, por vida tuya!
No mires atrás ni te pares en toda la redonda. Escapa al monte, no vayas a
ser barrido.»

18 Lot les dijo: «No, por favor, Señor mío.

19 Ya que este servidor tuyo te ha caído en gracia, y me has hecho el
gran favor de dejarme con vida, mira que no puedo escaparme al monte sin
riesgo de que me alcance el daño y la muerte.

20 Ahí cerquita está esa ciudad a donde huir. Es una pequeñez. ¡Ea,
voy a escaparme allá - ¿verdad que es una pequeñez? - y quedaré con
vida!»

21 Díjole: «Bien, te concedo también eso de no arrasar la ciudad que
has dicho.

22 Listo, escápate allá, porque no puedo hacer nada hasta que no
entres allí.» Por eso se llamó aquella ciudad Soar.

23 El sol asomaba sobre el horizonte cuando Lot entraba en Soar.

24 Entonces Yahveh hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y
fuego de parte de Yahveh.


25 Y arrasó aquellas ciudades, y toda la redonda con todos los
habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo.

26 Su mujer miró hacia atrás y se volvió poste de sal.

27 Levantóse Abraham de madrugada y fue al lugar donde había
estado en presencia de Yahveh.

28 Dirigió la vista en dirección de Sodoma y Gomorra y de toda la
región de la redonda, miró, y he aquí que subía una humareda de la tierra
cual la de una fogata.

29 Así pues, cuando Dios destruyó las ciudades de la redonda, se
acordó de Abraham y puso a Lot a salvo de la catástrofe, cuando arrasó las
ciudades en que Lot habitaba.

30 Subió Lot desde Soar y se quedó a vivir en el monte con sus dos
hijas, temeroso de vivir en Soar. El y sus dos hijas se instalaron
en una
cueva.

31 La mayor dijo a la pequeña: «Nuestro padre es viejo y no hay
ningún hombre en el país que se una a nosotras, como se hace en todo el
mundo.

32 Ven, vamos a propinarle vino a nuestro padre, nos acostaremos con
él y así engendraremos descendencia.»

33 En efecto, propinaron vino a su padre aquella misma noche, y entró
la mayor y se acostó con su padre, sin que él se enterase de cuándo ella se
acostó ni cuándo se levantó.

34 Al día siguiente dijo la mayor a la pequeña: «Mira, yo me he
acostado anoche con mi padre. Vamos a propinarle vino también esta
noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de nuestro padre
descendencia.»

35 Propinaron, pues, también aquella noche vino a su padre, y
levantándose la pequeña se acostó con él, sin que él se enterase de cuándo
ella se acostó ni cuándo se levantó.

36 Las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre.

37 La mayor dio a luz un hijo, y le llamó Moab: es el padre de
los
actuales moabitas.