2 y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho,
y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
3 Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios
de toda la obra creadora que Dios había hecho.
4 Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron
creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos,
5 no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba
del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho
llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo.
6 Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del
suelo.
7 Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e
insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
8 Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde
colocó al hombre que había formado.
9 Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a
la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el
árbol de la ciencia del bien y del mal.
10 De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en
cuatro brazos.
11 El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde
hay oro.
12 El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13 El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.
14 El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el
cuarto río es el Eufrates.
15 Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén,
para que lo labrase y cuidase.
16 Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol
del jardín puedes comer,