4 Abimélek, que no se había acercado a ella, dijo: «Señor, ¿es que
asesinas a la gente aunque sea honrada?
5 ¿No me dijo él a mí: “Es mi hermana”, y ella misma dijo: “Es mi
hermano?” Con corazón íntegro y con manos limpias he procedido.»
6 Y le dijo Dios en el sueño: «Ya sé yo también que con corazón
íntegro has procedido, como que yo mismo te he estorbado de faltar contra
mí. Por eso no te he dejado tocarla.
7 Pero ahora devuelve la mujer a ese hombre, porque es un profeta; él
rogará por ti para que vivas. Pero si no la devuelves, sábete que morirás sin
remedio, tú y todos los tuyos.»