7 Pero ahora devuelve la mujer a ese hombre, porque es un profeta; él
rogará por ti para que vivas. Pero si no la devuelves, sábete que morirás sin
remedio, tú y todos los tuyos.»
8 Levantóse Abimélek de mañana, llamó a todos sus siervos y les
refirió todas estas cosas; los hombres se asustaron mucho.