7 Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que me tomó de mi
casa paterna y de mi patria, y que me habló y me juró, diciendo:
“A tu
descendencia daré esta tierra”, él enviará su Ángel delante de ti, y tomarás
de allí mujer para mi hijo.
8 Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento
que te tomo. En todo caso, no lleves allá a mi hijo.»
9 El siervo puso su mano debajo del muslo de su señor Abraham y le
prestó juramento según lo hablado.
10 Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas
mejores de su señor y se puso en marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la
ciudad de Najor.
11 Hizo arrodillar al los camellos fuera de la ciudad junto al pozo, al
atardecer, a la hora de salir las aguadoras,
12 y dijo: «Yahveh, Dios de mi señor Abraham: dame suerte hoy, y
haz favor a mi señor Abraham.
13 Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los
ciudadanos salen a sacar agua.
14 Ahora bien, la muchacha a quien yo diga “Inclina, por favor, tu
cántaro para que yo beba”, y ella responda: “Bebe, y también voy a abrevar
tus camellos”, ésa sea la que tienes designada para tu siervo Isaac,
y por
ello conoceré que haces favor a mi señor.»
15 Apenas había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca,
hija de Betuel, el hijo de Milká, la mujer de Najor, hermano de Abraham,
con su cántaro al hombro.
16 La joven era de muy buen ver, virgen, que no había conocido
varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y subió.
17 El siervo corrió a su encuentro y dijo: «Dame un poco de agua de
tu cántaro.»
18 «Bebe, señor», dijo ella, y bajando en seguida el cántaro sobre su
brazo, le dio de beber.
19 Y en acabando de darle, dijo: «También para tus camellos voy a
sacar, hasta que se hayan saciado.»
20 Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo
otra vez al pozo sacó agua para todos los camellos.
21 El hombre la contemplaba callando para saber si Yahveh había
dado éxito o no a su misión.
22 En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un
anillo de oro de medio siclo de peso, que colocó en la nariz de la joven, y
un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos,