8 Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento
que te tomo. En todo caso, no lleves allá a mi hijo.»
9 El siervo puso su mano debajo del muslo de su señor Abraham y le
prestó juramento según lo hablado.
10 Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas
mejores de su señor y se puso en marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la
ciudad de Najor.
11 Hizo arrodillar al los camellos fuera de la ciudad junto al pozo, al
atardecer, a la hora de salir las aguadoras,
12 y dijo: «Yahveh, Dios de mi señor Abraham: dame suerte hoy, y
haz favor a mi señor Abraham.
13 Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los
ciudadanos salen a sacar agua.
14 Ahora bien, la muchacha a quien yo diga “Inclina, por favor, tu
cántaro para que yo beba”, y ella responda: “Bebe, y también voy a abrevar
tus camellos”, ésa sea la que tienes designada para tu siervo Isaac,
y por
ello conoceré que haces favor a mi señor.»
15 Apenas había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca,
hija de Betuel, el hijo de Milká, la mujer de Najor, hermano de Abraham,
con su cántaro al hombro.
16 La joven era de muy buen ver, virgen, que no había conocido
varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y subió.
17 El siervo corrió a su encuentro y dijo: «Dame un poco de agua de
tu cántaro.»
18 «Bebe, señor», dijo ella, y bajando en seguida el cántaro sobre su
brazo, le dio de beber.
19 Y en acabando de darle, dijo: «También para tus camellos voy a
sacar, hasta que se hayan saciado.»
20 Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo
otra vez al pozo sacó agua para todos los camellos.
21 El hombre la contemplaba callando para saber si Yahveh había
dado éxito o no a su misión.
22 En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un
anillo de oro de medio siclo de peso, que colocó en la nariz de la joven, y
un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos,
23 y dijo: «¿De quién eres hija? Dime: ¿hay en casa de tu padre sitio
para hacer noche?»
24 Ella le dijo: «Soy hija de Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.»
25 Y agregó: «También tenemos paja y forraje en abundancia, y sitio
para pasar la noche.»
26 Entonces se postró el hombre y adoró a Yahveh,
27 diciendo: «Bendito sea Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que
no ha retirado su favor y su lealtad para con mi señor. Yahveh me ha traído
a parar a casa del hermano de mi señor.»
28 La joven corrió a anunciar a casa de su madre todas estas cosas.
29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán. Este corrió donde el
hombre, afuera, a la fuente.
30 En efecto, en cuanto vio el anillo y los brazaletes en los brazos de
su hermana, y oyó decir a su hermana Rebeca: «Así me ha hablado aquel
hombre», se llegó a donde él. Le encontró todavía junto a los
camellos
cerca de la fuente,
31 y le dijo: «Ven, bendito de Yahveh. ¿Por qué te quedas parado
fuera, si yo he desocupado la casa y he hecho sitio para los camellos?»
32 El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les
dio paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los
pies.
33 Después les sirvió de comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta
no haber dicho lo que tengo que decir.» A lo que respondió Labán:
«Habla.»
34 «Yo soy, dijo, siervo de Abraham.
35 Yahveh ha bendecido con largueza a mi señor, que se ha hecho
rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y
esclavas,
camellos y asnos.
36 Y Sara, la mujer de mi señor, envejecida ya, dio a luz un hijo a mi
señor, que le ha cedido todo cuanto posee.
37 En cuanto a mí, mi señor me ha tomado juramento, diciendo: “No
tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos en cuyo país
resido.
38 ¡Como no vayas a casa de mi padre y a mi parentela a tomar mujer
para mi hijo...!”
39 Yo dije a mi señor: “¿Y si acaso no me sigue la mujer?”
40 Y él me dijo: “Yahveh, en cuya presencia he andado, enviará su
Ángel contigo, y dará éxito a tu viaje, y así tomarás mujer para mi hijo de
mi parentela y de la casa de mi padre.
41 Entonces quedarás libre de mi maldición, cuando llegues a mi
parentela; y si no te la dieren también quedarás libre de mi maldición.»
42 Pues bien: llego hoy a la fuente y me digo: “Yahveh, Dios de mi
señor Abraham, si en efecto das éxito a este mi viaje,
43 aquí me quedo parado junto a la fuente. La doncella que salga a
sacar agua, y yo le diga: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro
44 y ella me responda: Bebe tú, y voy a sacar también para tus
camellos, ésa será la mujer que Yahveh tiene destinada para el hijo de mi
señor.”
45 Apenas había acabado de hablar conmigo mismo, cuando he aquí
que Rebeca salía con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo
le dije: “Ea, dame de beber”,
46 y enseguida bajó su cántaro del hombro y dijo: “Bebe, y también
voy a abrevar tus camellos.” Bebí, pues, y ella abrevó también los camellos.
47 Yo le pregunté: “¿De quién eres hija?” Me respondió: “Soy hija de
Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.” Entonces puse el anillo en su nariz, y
los brazaletes en sus brazos,
48 y postrándome adoré a Yahveh, y bendije a Yahveh, el Dios de mi
señor Abraham, que me había puesto en el buen camino para tomar a la hija
del hermano de mi señor para su hijo.
49 Ahora, pues, decidme si estáis dispuestos a usar de favor y lealtad
para con mi señor, y si no, decídmelo también, para que yo tire
por la
derecha o por la izquierda.»
50 Respondieron Labán y Betuel: «De Yahveh ha salido este asunto.
Nosotros no podemos decirte está mal o está bien.
51 Ahí tienes delante a Rebeca: tómala y vete, y sea ella mujer del hijo
de tu señor, como ha dicho Yahveh.»
52 Cuando el siervo de Abraham oyó lo que decían, adoró a Yahveh
en tierra.
53 Acto seguido sacó el siervo objetos de plata y oro y vestidos, y se
los dio a Rebeca. También hizo regalos a su hermano y a su madre.
54 Luego comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban,
y pasaron la noche. Por la mañana se levantaron, y él dijo: «Permitidme que
marche donde mi señor.»
55 El hermano y la madre de Rebeca dijeron: «Que se quede la chica
con nosotros unos días, por ejemplo diez. Luego se irá.»
56 Mas él les dijo: «No me demoréis. Puesto que Yahveh ha dado
éxito a mi viaje, dejadme salir para que vaya donde mi señor.»
57 Ellos dijeron: «Llamemos a la joven y preguntémosle su opinión.»
58 Llamaron, pues, a Rebeca, y le dijeron: «¿Qué? ¿te vas con este
hombre?» «Me voy», contestó ella.
59 Entonces despidieron a su hermana Rebeca con su nodriza, y al
siervo de Abraham y a sus hombres.
60 Y bendijeron a Rebeca, y le decían: «¡Oh hermana nuestra, que
llegues a convertirte en millares de miríadas, y conquiste tu descendencia la
puerta de sus enemigos!»