4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu
descendencia todas estas tierras. Y por tu descendencia se bendecirán todas
las naciones de la tierra,
5 en pago de que Abraham me obedeció y guardó mis observancias,
mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones.»
6 Establecióse, pues, Isaac en Guerar.
7 Los del lugar le preguntaban por su mujer, y él decía: «Es mi
hermana.» En efecto, le daba reparo decir: «Es mi mujer», no fuesen
a
matarle los del lugar por causa de Rebeca, ya que ella era de buen ver.
8 Ya llevaba largo tiempo allí, cuando aconteció que Abimélek, rey de
los filisteos, atisbando por una ventana, observó que Isaac
estaba
solazándose con su mujer Rebeca.
9 Llama Abimélek a Isaac y le dice: ¡Con que es tu mujer! ¿Pues
cómo has venido diciendo: Es mi hermana?» Dícele Isaac: «Es que me dije:
A ver si voy a morir por causa de ella.»
10 Replicó Abimélek: «¿Qué es lo que nos has hecho? Si por acaso
llega a acostarse cualquiera del pueblo con tu mujer, tú nos habrías echado
la culpa.»
11 Entonces Abimélek ordenó a todo el pueblo: «Quien tocare a este
hombre o a su mujer, morirá sin remedio.»
12 Isaac sembró en aquella tierra, y cosechó aquel año el ciento por
uno. Yahveh le bendecía
13 y el hombre se enriquecía, se iba enriqueciendo más y más hasta
que se hizo riquísimo.
14 Tenía rebaños de ovejas y vacadas y copiosa servidumbre. Los
filisteos le tenían envidia.
15 Todos los pozos que habían cavado los siervos de su padre - en
tiempos de su padre Abraham - los habían cegado los filisteos, llenándolos
de tierra.
16 Entonces Abimélek dijo a Isaac: «Apártate de nuestro lado, porque
te has hecho mucho más poderoso que nosotros.»
17 Isaac se fue de allí y acampó en la vaguada de
Guerar,
estableciéndose allí.