8 Pues bien, hijo mío, hazme caso en lo que voy a recomendarte.
9 Ve al rebaño y tráeme de allí dos cabritos hermosos. Yo haré con
ellos un guiso suculento para tu padre como a él le gusta,
10 y tú se lo presentas a tu padre, que lo comerá, para que te bendiga
antes de su muerte.»
11 Jacob dijo a su madre Rebeca: ¡Pero si mi hermano Esaú es
velludo, y yo soy lampiño!
12 ¡A ver si me palpa mi padre, y le parece que estoy mofándome de
él! ¡Entonces me habré buscado una maldición en vez de una bendición!»
13 Dícele su madre: «¡Sobre mí tu maldición, hijo mío! Tú,
obedéceme, basta con eso, ve y me los traes.»
14 El fue a buscarlos y los llevó a su madre, y ella hizo un
guiso
suculento, como le gustaba a su padre.
15 Después tomó Rebeca ropas de Esaú, su hijo mayor, las más
preciosas que tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo pequeño.
16 Luego, con las pieles de los cabritos le cubrió las manos y la parte
lampiña del cuello,
17 y puso el guiso y el pan que había hecho en las manos de su hijo
Jacob.
18 Este entró a donde su padre, y dijo: «¡Padre!» El respondió: «Aquí
estoy; ¿quién eres, hijo?»
19 Jacob dijo a su padre: «Soy tu primogénito Esaú. He hecho como
dijiste, Anda, levántate, siéntate, y come de mi caza, para que me bendiga
tu alma.»
20 Dice Isaac a su hijo: «¡Qué listo has andado en hallarla, hijo!»
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Respondió: «Sí; es que Yahveh, tu Dios, me la puso delante.»
21 Dice Isaac a Jacob: «Acércate, que te palpe, hijo, a ver si realmente
eres o no mi hijo Esaú.»
22 Acercóse Jacob a su padre Isaac, el cual le palpó y dijo: «La voz es
la de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú.»
23 Y no le reconoció, porque sus manos estaban velludas, como las de
su hermano Esaú. Y se dispuso a bendecirle.
24 Dijo, pues: «¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?» Respondió: «El
mismo.»
25 Dijo entonces: «acércamelo, que coma de la caza, hijo, para que te
bendiga mi alma.» Acercóle, y comió; le trajo también vino, y bebió.
26 Dícele su padre Isaac: «Acércate y bésame, hijo.»
27 El se acercó y le besó, y al aspirar Isaac el aroma de sus ropas, le
bendijo diciendo: «Mira, el aroma de mi hijo como el aroma de un campo,
que ha bendecido Yahveh.
28 ¡Pues que Dios te dé el rocío del cielo y la grosura de la
tierra,
mucho trigo y mosto!
29 Sírvante pueblos, adórente naciones, sé señor de tus hermanos y
adórente los hijos de tu madre. ¡Quien te maldijere, maldito sea, y quien te
bendijere, sea bendito!»
30 Así que hubo concluido Isaac de bendecir a Jacob, y justo cuando
acababa de salir Jacob de la presencia de su padre Isaac, llegó su hermano
Esaú de su cacería.