9 Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos.
Díjoles:
«He tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas
se
inclinaban ante mí.»
10 Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y
le dijo: «¿Qué sueño es ése que has tenido? ¿Es que yo, tu madre
y tus
hermanos vamos a venir a inclinarnos ante ti hasta el suelo?»
11 Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre
reflexionaba.
12 Fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem,
13 y dijo Israel a José: «¿No están tus hermanos pastoreando en
Siquem? Ve de mi parte a donde ellos.» Dijo: «Estoy listo.»
14 Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo
mismo el ganado, y tráeme noticias.» Le envió, pues, desde el valle
de
Hebrón, y José fue a Siquem.
15 Encontróse con él un hombre mientras estaba discurriendo por el
campo. El hombre le preguntó: «¿Qué buscas?»
16 Díjole: «Estoy buscando a mis hermanos. Indícame, por favor,
dónde están pastoreando.»
17 El hombre le dijo: «Partieron de aquí, pues yo les oí decir: “Vamos
a Dotán.”» José fue detrás de sus hermanos y los encontró en Dotán.
18 Ellos le vieron de lejos, y antes que se les acercara,
conspiraron
contra él para matarle,
19 y se decían mutuamente: «Por ahí viene el soñador.
20 Ahora, pues, venid, matémosle y echémosle en un pozo cualquiera,
y diremos que algún animal feroz le devoró. Veremos entonces en qué
paran sus sueños.»
21 Rubén lo oyó y le libró de sus manos. Dijo: «No atentemos contra
su vida.»
22 Rubén les dijo: «No derraméis sangre. Echadle a ese pozo que hay
en el páramo, pero no pongáis la mano sobre él.» Su intención era
de
salvarle de sus hermanos para devolverle a su padre.
23 Y ocurrió, que cuando llegó José donde sus hermanos, éstos
despojaron a José de su túnica - aquella túnica de manga larga que llevaba
puesta -,
24 y echándole mano le arrojaron al pozo. Aquel pozo estaba vacío,
sin agua.
25 Luego se sentaron a comer. Y levantando los ojos divisaron una
caravana de ismaelitas que venían de Galaad, con camellos cargados de
almáciga, sandáraca y ládano, que iban bajando hacia Egipto.
26 Entonces dijo Judá a sus hermanos: «¿Qué aprovecha el que
asesinemos a nuestro hermano y luego tapemos su sangre?
27 Venid vamos a venderle a los ismaelitas, pero no pongamos la
mano en él, porque es nuestro hermano, carne nuestra.» Y sus hermanos
asintieron.