11 Entonces dijo Judá a su nuera Tamar: «Quédate como viuda en
casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Selá.» Pues se decía: «Por si acaso
muere también él, lo mismo que sus hermanos.» Tamar se fue y quedó en
casa de su padre.
12 Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, la mujer de Judá.
Cuando Judá se hubo consolado, subió a Timná para el trasquileo de
su
rebaño, junto con Jirá su compañero adulamita.
13 Se lo notificaron a Tamar: «Oye, tu suegro sube a Timná para el
trasquileo de su rebaño.»
14 Entonces ella se quitó de encima sus ropas de viuda y se cubrió con
el velo, y bien disfrazada se sentó en Petaj Enáyim, que está a la vera del
camino de Timná. Veía, en efecto, que Selá había crecido, pero que ella no
le era dada por mujer.
15 Judá la vio y la tomó por una ramera, porque se había tapado el
rostro,
16 y desviándose hacia ella dijo: «Déjame ir contigo» - pues no la
reconoció como su nuera. Dijo ella: «¿Y qué me das por venir conmigo?» -
17 «Te mandaré un cabrito de mi rebaño.» - «Si me das prenda hasta
que me lo mandes...» -
18 «¿Qué prenda he de darte?» - «Tu sello, tu cordón y el bastón que
tienes en la mano.» El se lo dio y se unió a ella, la cual quedó encinta de él.
19 Entonces se marchó ella y, quitándose el velo, se vistió sus ropas
de viuda.
20 Judá, por su parte, envió el cabrito por mediación de su compañero
el adulamita, para rescatar la prenda de manos de la mujer, pero éste no la
encontró.
21 Preguntó a los del lugar: «¿Dónde está la ramera aquella que había
en Enáyim, a la vera del camino?» - «Ahí no ha habido ninguna ramera» -
dijeron.
22 Entonces él se volvió donde Judá y dijo: «No la he encontrado; y
los mismos lugareños me han dicho que allí no ha habido ninguna ramera.»