24 Luego los introdujo en casa de José, les dio agua y se lavaron los
pies, y les dio pienso para sus asnos.
25 Entonces ellos prepararon el regalo, mientras llegaba José a
mediodía, pues oyeron que iban a comer allí.
26 Al entrar José en casa, le presentaron el regalo que llevaban
consigo y se inclinaron hasta el suelo.
27 El les saludó y les preguntó: «Vuestro anciano padre de quien me
hablasteis, ¿vive aún?»
28 Y le dijeron: «Está bien tu siervo, nuestro padre: todavía vive.» Y
postrándose se inclinaron.
29 Entonces José volvió los ojos y vio a Benjamín, su hermano de
madre, y dijo: «¿Este es vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?»
Y añadió: «Dios te guarde, hijo mío.»
30 José tuvo que darse prisa, porque le daban ganas de llorar de
emoción por su hermano, y entrando en el cuarto lloró allí.
31 Luego se lavó la cara, salió y conteniéndose dijo: «Servid la
comida.»
32 Y le sirvieron a él aparte, aparte a ellos, y aparte a los egipcios que
comían con él, porque los egipcios no soportan comer con los hebreos, cosa
detestable para ellos.
33 Sentáronse, pues, delante de él por orden de antigüedad, de mayor
a menor, y unos a otros se daban muestras de asombro.