4 Salieron de la ciudad, y no bien se habían alejado, cuando José dijo
a su mayordomo: «Levántate y persigue a esos hombres, les das alcance y
les dices: ¿Por qué habéis pagado mal por bien?
5 ¡Se trata nada menos que de lo que utiliza mi señor para beber,
y
también para sus adivinaciones! ¡Qué mal habéis obrado!»
6 El les alcanzó y les habló a este tenor.
7 Ellos le dijeron: «¿Por qué habla mi señor de ese modo? ¡Lejos de
tus siervos hacer semejante cosa!
8 De modo que te hemos devuelto desde Canaán la plata que
encontramos en la boca de nuestras talegas, ¿e íbamos a robar ahora de casa
de nuestro señor plata ni oro?
9 Aquel de tus siervos a quien se le encuentre, que muera; y también
los demás nos haremos esclavos del señor.»
10 Dijo: «Sea así como decís: aquel a quien se le encuentre, será mi
esclavo; pero los demás quedaréis disculpados.»
11 Ellos se dieron prisa en bajar sus talegas a tierra y fueron abriendo
cada cual la suya;
12 él les registró empezando por el grande y acabando por el chico, y
apareció la copa en la talega de Benjamín.
13 Entonces rasgaron ellos sus túnicas, y cargando cada cual su burro
regresaron a la ciudad.
14 Judá y sus hermanos entraron a casa de José, que todavía estaba
allí, y cayeron rostro en tierra.
15 José les dijo: «¿Qué habéis hecho? ¡ ignorabais que uno como yo
tenía que adivinarlo sin falta?»
16 Judá dijo: «¿Qué vamos a decir al señor, qué vamos a hablar, qué
excusa vamos a dar? Dios ha hallado culpables a sus siervos, y henos aquí
como esclavos de nuestro señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder
ha aparecido la copa.»
17 Replicó: «¡Lejos de mí, hacer eso! Aquel a quien se le ha hallado la
copa, ése será mi esclavo, que los demás subiréis sin novedad donde
vuestro padre.»
18 Entonces se le acercó Judá y le dijo: «Con permiso, señor, tu siervo
va a pronunciar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu
ira contra tu siervo, pues tú eres como el mismo Faraón.
19 Mi señor preguntó a sus siervos: “¿Tenéis padre o algún hermano?”
20 Y nosotros dijimos a mi señor: «”Sí, tenemos padre anciano, y un
hijo pequeño de su ancianidad. Otro hermano de éste murió; sólo le
ha
quedado éste de su madre, y su padre le quiere.”
21 Entonces tú dijiste a tus siervos: «Bajádmelo, que ponga mis ojos
sobre él.”
22 Y dijimos a mi señor: “Imposible que el muchacho deje a su padre,
pues si le dejara, éste moriría.”
23 Pero dijiste a tus siervos: “Pues si no baja vuestro hermano menor
con vosotros, no volveréis a verme la cara.”