10 te ven y se espantan los montes, un diluvio de agua pasa, el abismo
deja oír su voz. En alto levanta sus manos
11 el sol, la luna se detiene en su sitio, a la luz de tus
saetas que
parten, al fulgor del centellear de tu lanza.
12 Con furia atraviesas la tierra, con cólera pisoteas las naciones.
13 Tú sales a salvar a tu pueblo, a salvar a tu ungido. Estrellas
la
cabeza de la casa del impío, desnudas sus cimientos hasta el cuello.
=
Pausa. =
14 Traspasas con tus dardos la cabeza de sus nobles que se lanzaban
para dispersarnos con su estrépito, como si fuesen a devorar al desdichado
en su escondrijo.
15 Tú surcas el mar con tus caballos, el borbotar de las inmensas
aguas.
16 ¡He oído y mis entrañas se estremecen, a esa voz titubean mis
labios, penetra la caries en mis huesos, bajo mí tiemblan mis pasos!
Tranquilo espero el día de la angustia, que va a subir sobre el pueblo que
nos asalta.
17 (Pues la higuera no volverá a echar brotes, ni habrá que recoger en
las viñas. Fallará la cosecha del olivo, los campos no darán alimento, faltará
el ganado menor en el aprisco, no habrá ganado mayor en los establos.)