10 El día veinticuatro del noveno mes, el año segundo de Darío, fue
dirigida la palabra de Yahveh al profeta Ageo en estos términos:
11 Así dice Yahveh Sebaot: Pregunta a los sacerdotes sobre la Ley.
Di:
12 «Si alguien lleva carne sagrada en el halda de su vestido, y toca con
su halda pan, guiso, vino, aceite o cualquier otra comida, ¿quedará
ésta
santificada?» Respondieron los sacerdotes y dijeron: «No.»
13 Continuó Ageo: «Si alguien, que se ha hecho impuro por el
contacto de un cadáver, toca alguna de esas cosas, ¿ queda ella
impura?»
Respondieron los sacerdotes y dijeron: «Sí, queda impura.»
14 Entonces Ageo tomó la palabra y dijo: «Así es este pueblo, así esta
nación delante de mí, oráculo de Yahveh, así toda la labor de sus manos y
lo que ofrecen aquí: ¡impuro es!»
15 Y ahora aplicad bien vuestro corazón, desde este día en adelante:
antes de poner piedra sobre piedra en el Templo de Yahveh,
16 ¿qué era de vosotros? Se venía a un montón de veinte medidas y no
había más que diez; se venía a la cava para sacar cincuenta cántaros y no
había más que veinte.
17 Yo os herí con tizón, con añublo y con granizo en toda labor de
vuestras manos, y ninguno de vosotros se volvió a mí, oráculo de Yahveh.