9 Grande será la gloria de esta Casa, la de la segunda mayor que la de
la primera, dice Yahveh Sebaot, y en este lugar daré yo paz,
oráculo de
Yahveh Sebaot.
10 El día veinticuatro del noveno mes, el año segundo de Darío, fue
dirigida la palabra de Yahveh al profeta Ageo en estos términos:
11 Así dice Yahveh Sebaot: Pregunta a los sacerdotes sobre la Ley.
Di:
12 «Si alguien lleva carne sagrada en el halda de su vestido, y toca con
su halda pan, guiso, vino, aceite o cualquier otra comida, ¿quedará
ésta
santificada?» Respondieron los sacerdotes y dijeron: «No.»
13 Continuó Ageo: «Si alguien, que se ha hecho impuro por el
contacto de un cadáver, toca alguna de esas cosas, ¿ queda ella
impura?»
Respondieron los sacerdotes y dijeron: «Sí, queda impura.»
14 Entonces Ageo tomó la palabra y dijo: «Así es este pueblo, así esta
nación delante de mí, oráculo de Yahveh, así toda la labor de sus manos y
lo que ofrecen aquí: ¡impuro es!»
15 Y ahora aplicad bien vuestro corazón, desde este día en adelante:
antes de poner piedra sobre piedra en el Templo de Yahveh,
16 ¿qué era de vosotros? Se venía a un montón de veinte medidas y no
había más que diez; se venía a la cava para sacar cincuenta cántaros y no
había más que veinte.