24 y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión
purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
25 Guardaos de rechazar al que os habla; pues si los que rechazaron al
que promulgaba los oráculos desde la tierra no escaparon al castigo, mucho
menos nosotros, si volvemos la espalda al que nos habla desde el cielo.