23 En consecuencia, es necesario, por una parte, que las figuras de las
realidades celestiales sean purificadas de esa manera; por otra parte,
que
también lo sean las realidades celestiales, pero con víctimas más excelentes
que aquéllas.
24 Pues no penetró Cristo en un santuario hecho por mano de hombre,
en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo,
para
presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro,