4 Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen
de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, «que oísteis de mí:
5 Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el
Espíritu Santo dentro de pocos días».
6 Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este
momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»
7 El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el
momento que ha fijado el Padre con su autoridad,
8 sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre
vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y
Samaria, y
hasta los confines de la tierra.»
9 Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le
ocultó a sus ojos.
10 Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les
aparecieron dos hombres vestidos de blanco
11 que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este
que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le
habéis
visto subir al cielo.»
12 Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los
Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático.