30 Cornelio contestó: «Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo
haciendo la oración de nona en mi casa, y de pronto se presentó delante de
mí un varón con vestidos resplandecientes,
31 y me dijo: “Cornelio, tu oración ha sido oída y se han recordado tus
limosnas ante Dios;
32 envía, pues, a Joppe y haz llamar a Simón, llamado Pedro, que se
hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar.”
33 Al instante mandé enviados donde ti, y tú has hecho bien en venir.
Ahora, pues, todos nosotros, en la presencia de Dios, estamos
dispuestos
para escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el Señor.»
34 Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente
comprendo que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le
es grato.