27 Enviamos, pues, a Judas y Silas, quienes os expondrán esto mismo
de viva voz:
28 Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros
más cargas que éstas indispensables:
29 abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los
animales estrangulados y de la impureza. Haréis bien en guardaros de estas
cosas. Adiós.»
30 Ellos, después de despedirse, bajaron a Antioquía, reunieron la
asamblea y entregaron la carta.
31 La leyeron y se gozaron al recibir aquel aliento.
32 Judas y Silas, que eran también profetas, exhortaron con un largo
discurso a los hermanos y les confortaron.
33 Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos
para volver a los que los habían enviado.
35 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y
anunciando, en compañía de otros muchos, la Buena Nueva, la palabra del
Señor.
36 Al cabo de algunos días dijo Pablo a Bernabé: «Volvamos ya a ver
cómo les va a los hermanos en todas aquellas ciudades en que anunciamos
la palabra del Señor.»
37 Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos.
38 Pablo, en cambio, pensaba que no debían llevar consigo al que se
había separado de ellos en Panfilia y no les había acompañado en la obra.
39 Se produjo entonces una tirantez tal que acabaron por separarse el
uno del otro: Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a
Chipre;
40 por su parte Pablo eligió por compañero a Silas y
partió,
encomendado por los hermanos a la gracia de Dios.
41 Recorrió Siria y Cilicia consolidando las Iglesias.»