Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 17, 16-29

16 Mientras Pablo les esperaba en Atenas, estaba interiormente
indignado al ver la ciudad llena de ídolos.

17 Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a
Dios; y diariamente en el ágora con los que por allí se encontraban.

18 Trababan también conversación con él algunos filósofos epicúreos
y estoicos. Unos decían: «¿Qué querrá decir este charlatán?» Y otros:


«Parece ser un predicador de divinidades extranjeras.» Porque anunciaba a
Jesús y la resurrección.

19 Le tomaron y le llevaron al Areópago; y le dijeron: «¿Podemos
saber cuál es esa nueva doctrina que tú expones?

20 Pues te oímos decir cosas extrañas y querríamos saber qué es lo
que significan.»

21 Todos los atenienses y los forasteros que allí residían en ninguna
otra cosa pasaban el tiempo sino en decir u oír la última novedad.

22 Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que
vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad.

23 Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he
encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: «Al
Dios desconocido.» Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo
a anunciar.

24 «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor
del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por
manos
humanas,

25 ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera
necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas.

26 El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que
habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los
límites del lugar donde habían de habitar,

27 con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas
la
buscaban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de
nosotros;

28 pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho
algunos de vosotros: “Porque somos también de su linaje.”

29 «Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la
divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el
arte y el ingenio humano.