Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 2, 1-38

1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo
lugar.

2 De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento
impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.

3 Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y
se posaron sobre cada uno de ellos;

4 quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en
otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.

5 Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de
todas las naciones que hay bajo el cielo.

6 Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor
al oírles hablar cada uno en su propia lengua.

7 Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos
estos que están hablando?

8 Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua
nativa?


9 Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea,
Capadocia, el Ponto, Asia,

10 Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene,
forasteros romanos,

11 judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en
nuestra lengua las maravillas de Dios.»

12 Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros:

«¿Qué significa esto?»

13 Otros en cambio decían riéndose: «¡Están llenos de mosto!»

14 Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les
dijo: «Judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro
y prestad atención a mis palabras:

15 No están éstos borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora
tercia del día,

16 sino que es lo que dijo el profeta:

17 = Sucederá = en los últimos días, dice Dios: = Derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, = y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. =

18 = Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi
Espíritu. =

19 = Haré prodigios = arriba = en el cielo = y señales abajo = en la
tierra. =

20 = El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que
llegue el Día grande del Señor. =

21 = Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. =

22 «Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre
acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales
que
Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis,

23 a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo
conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano
de los impíos;

24 a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades,
pues no era posible que quedase bajo su dominio;

25 porque dice de él David: = Veía constantemente al Señor delante
de mí, puesto que está a mi derecha, para que no vacile. =

26 = Por eso se ha alegrado mi corazón y se ha alborozado mi lengua,
y hasta mi carne reposará en la esperanza =

27 = de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu
santo experimente la corrupción. =

28 = Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con
tu rostro. =

29 «Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el
patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros
hasta el presente.


30 Pero como él era profeta y sabía que Dios = le había asegurado =
con juramento = que se sentaría en su trono un descendiente de su sangre,

=

31 vio a lo lejos y habló de la resurrección de Cristo, que = ni
fue
abandonado en el Hades = ni su carne = experimentó la corrupción. =

32 A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos
testigos.

33 Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu
Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís.

34 Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: = Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra =

35 = hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies. =

36 «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»
37 Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los

demás apóstoles: «¿Qué hemos de hacer, hermanos?»

38 Pedro les contestó: «Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo;