24 Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine
mi carrera y cumpla el ministerio que he recibido del Señor Jesús, de dar
testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.
25 «Y ahora yo sé que ya no volveréis a ver mi rostro ninguno de
vosotros, entre quienes pasé predicando el Reino.
26 Por esto os testifico en el día de hoy que yo estoy limpio de
la
sangre de todos,
27 pues no me acobardé de anunciaros todo el designio de Dios.