Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 21, 12-39

12 Al oír esto nosotros y los de aquel lugar le rogamos que no subiera
a Jerusalén.


13 Entonces Pablo contestó: «¿Por qué habéis de llorar y destrozarme
el corazón? Pues yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino a
morir
también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.»

14 Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos:

«Hágase la voluntad del Señor.»

15 Transcurridos estos días y hechos los preparativos de
viaje,
subimos a Jerusalén.

16 Venían con nosotros algunos discípulos de Cesarea, que nos
llevaron a casa de cierto Mnasón, de Chipre, antiguo discípulo, donde nos
habíamos de hospedar.

17 Llegados a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con alegría.

18 Al día siguiente Pablo, con todos nosotros, fue a casa de Santiago;
se reunieron también todos los presbíteros.

19 Les saludó y les fue exponiendo una a una todas las cosas que Dios
había obrado entre los gentiles por su ministerio.

20 Ellos, al oírle, glorificaban a Dios. Entonces le dijeron: «Ya
ves,
hermano, cuántos miles y miles de judíos han abrazado la fe, y todos son
celosos partidarios de la Ley.

21 Y han oído decir de ti que enseñas a todos los judíos que viven
entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden
a sus hijos ni observen las tradiciones.

22 ¿Qué hacer, pues? Porque va a reunirse la muchedumbre al
enterarse de tu venida.

23 Haz, pues, lo que te vamos a decir: Hay entre nosotros cuatro
hombres que tienen un voto que cumplir.

24 Tómalos y purifícate con ellos; y paga tú por ellos, para que se
rapen la cabeza; así todos entenderán que no hay nada de lo que ellos han
oído decir de ti; sino que tú también te portas como un cumplidor de la Ley.
25 En cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, ya les escribimos
nosotros nuestra decisión: Abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la

sangre, de animal estrangulado y de la impureza.»

26 Entonces Pablo tomó al día siguiente a los hombres, y habiéndose
purificado con ellos, entró en el Templo para declarar el cumplimiento del
plazo de los días de la purificación cuando se había de presentar la ofrenda
por cada uno de ellos.

27 Cuando estaban ya para cumplirse los siete días, los judíos venidos
de Asia le vieron en el Templo, revolvieron a todo el pueblo, le
echaron
mano

28 y se pusieron a gritar: «¡Auxilio, hombres de Israel! Este es el
hombre que va enseñando a todos por todas partes contra el pueblo, contra
la Ley y contra este Lugar; y hasta ha llegado a introducir a unos griegos en
el Templo, profanando este Lugar Santo.»

29 Pues habían visto anteriormente con él en la ciudad a Trofimo, de
Éfeso, a quien creían que Pablo había introducido en el Templo.


30 Toda la ciudad se alborotó y la gente concurrió de todas partes. Se
apoderaron de Pablo y lo arrastraron fuera del Templo; inmediatamente
cerraron las puertas.

31 Intentaban darle muerte, cuando subieron a decir al tribuno de la
cohorte: «Toda Jerusalén está revuelta.»

32 Inmediatamente tomó consigo soldados y centuriones y bajó
corriendo hacia ellos; y ellos al ver al tribuno y a los soldados, dejaron de
golpear a Pablo.

33 Entonces el tribuno se acercó, le prendió y mandó que le atasen con
dos cadenas; y empezó a preguntar quién era y qué había hecho.

34 Pero entre la gente unos gritaban una cosa y otros otra. Como no
pudiese sacar nada en claro a causa del alboroto, mandó que le llevasen al
cuartel.

35 Cuando llegó a las escaleras, tuvo que ser llevado a hombros por
los soldados a causa de la violencia de la gente;

36 pues toda la multitud le iba siguiendo y gritando: «¡Mátale!»

37 Cuando iban ya a meterle en el cuartel, Pablo dijo al tribuno: «¿Me
permites decirte una palabra?» El le contestó: «Pero, ¿sabes griego?

38 ¿No eres tú entonces el egipcio que estos últimos días
ha
amotinado y llevado al desierto a los 4.000 terroristas?»

39 Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad
no oscura de Cilicia. Te ruego que me permitas hablar al pueblo.»