35 Cuando llegó a las escaleras, tuvo que ser llevado a hombros por
los soldados a causa de la violencia de la gente;
36 pues toda la multitud le iba siguiendo y gritando: «¡Mátale!»
37 Cuando iban ya a meterle en el cuartel, Pablo dijo al tribuno: «¿Me
permites decirte una palabra?» El le contestó: «Pero, ¿sabes griego?
38 ¿No eres tú entonces el egipcio que estos últimos días
ha
amotinado y llevado al desierto a los 4.000 terroristas?»
39 Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad
no oscura de Cilicia. Te ruego que me permitas hablar al pueblo.»
40 Se lo permitió. Pablo, de pie sobre las escaleras, pidió con la mano
silencio al pueblo. Y haciéndose un gran silencio, les dirigió la palabra en
lengua hebrea.