16 Navegando a sotavento de una isleta llamada Cauda, pudimos con
mucha dificultad hacernos con el bote.
17 Una vez izado el bote se emplearon los cables de refuerzo, ciñendo
el casco por debajo; y por miedo a chocar contra la Sirte, se echó el ancla
flotante. Así se iba a la deriva.
18 Y como el temporal seguía sacudiéndonos furiosamente, al día
siguiente aligeraron la nave.
19 Y al tercer día con sus propias manos arrojaron al mar el aparejo de
la nave.
20 Durante muchos días no apareció el sol ni las estrellas; teníamos
sobre nosotros una tempestad no pequeña; toda esperanza de salvarnos iba
desapareciendo.