38 Una vez satisfechos, aligeraron la nave arrojando el trigo al mar.
39 Cuando vino el día, los marineros no reconocían la
tierra;
solamente podían divisar una ensenada con su playa; y resolvieron lanzar la
nave hacia ella, si fuera posible.
40 Soltaron las anclas que dejaron caer al mar; aflojaron al mismo
tiempo las ataduras de los timones; después izaron al viento la vela artimón
y pusieron rumbo a la playa.
41 Pero tropezaron contra un lugar con mar por ambos lados, y
encallaron allí la nave; la proa clavada, quedó inmóvil; en cambio la popa,
sacudida violentamente, se iba deshaciendo.