14 Encontramos allí hermanos y tuvimos el consuelo de permanecer
con ellos siete días. Y así llegamos a Roma.
15 Los hermanos, informados de nuestra llegada, salieron a nuestro
encuentro hasta el Foro Apio y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias
a Dios y cobró ánimos.
16 Cuando entramos en Roma se le permitió a Pablo permanecer en
casa particular con un soldado que le custodiara.
17 Tres días después convocó a los principales judíos. Una vez
reunidos, les dijo: «Hermanos, yo, sin haber hecho nada contra el pueblo ni
contra las costumbres de los padres, fui apresado en Jerusalén y entregado
en manos de los romanos,
18 que, después de haberme interrogado, querían dejarme en libertad
porque no había en mí ningún motivo de muerte.
19 Pero como los judíos se oponían, me vi forzado a apelar al César,
sin pretender con eso acusar a los de mi nación.
20 Por este motivo os llamé para veros y hablaros, pues precisamente
por la esperanza de Israel llevo yo estas cadenas.»
21 Ellos le respondieron: «Nosotros no hemos recibido de Judea
ninguna carta que nos hable de ti, ni ninguno de los hermanos llegados aquí
nos ha referido o hablado nada malo de ti.
22 Pero deseamos oír de ti mismo lo que piensas, pues lo que de esa
secta sabemos es que en todas partes se la contradice.»