3 Pablo había reunido una brazada de ramas secas; al ponerla sobre la
hoguera, una víbora que salía huyendo del calor, hizo presa en su mano.
4 Los nativos, cuando vieron el animal colgado de su mano, se dijeron
unos a otros: «Este hombre es seguramente un asesino; ha escapado del
mar, pero la justicia divina no le deja vivir.»
5 Pero él sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió daño alguno.
6 Ellos estaban esperando que se hincharía o que caería muerto de
repente; pero después de esperar largo tiempo y viendo que no le
ocurría
nada anormal, cambiaron de parecer y empezaron a decir que era un dios.
7 En las cercanías de aquel lugar tenía unas propiedades el principal
de la isla llamado Publio, quien nos recibió y nos dio amablemente
hospedaje durante tres días.
8 Precisamente el padre de Publio se hallaba en cama atacado de
fiebres y disentería. Pablo entró a verle, hizo oración, le impuso las manos y
le curó.
9 Después de este suceso los otros enfermos de la isla acudieron y
fueron curados.
10 Tuvieron para con nosotros toda suerte de consideraciones y a
nuestra partida nos proveyeron de lo necesario.