Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Hechos 4, 12-36

12 Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el
que nosotros debamos salvarnos.»

13 Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres
sin instrucción ni cultura, estaban maravillados. Reconocían, por una parte,
que habían estado con Jesús;

14 y al mismo tiempo veían de pie, junto a ellos, al hombre que había
sido curado; de modo que no podían replicar.

15 Les mandaron salir fuera del Sanedrín y deliberaban entre ellos.

16 Decían: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente para todos
los habitantes de Jerusalén, que ellos han realizado una señal manifiesta, y
no podemos negarlo.

17 Pero a fin de que esto no se divulgue más entre el pueblo,
amenacémosles para que no hablen ya más a nadie en este nombre.»


18 Les llamaron y les mandaron que de ninguna manera hablasen o
enseñasen en el nombre de Jesús.

19 Mas Pedro y Juan les contestaron: «Juzgad si es justo delante de
Dios obedeceros a vosotros más que a Dios.

20 No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y
oído.»

21 Ellos, después de haberles amenazado de nuevo, les soltaron, no
hallando manera de castigarles, a causa del pueblo, porque
todos
glorificaban a Dios por lo que había occurrido,

22 pues el hombre en quien se había realizado esta señal de curación
tenía más de cuarenta años.

23 Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les
habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos.

24 Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú
que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,

25 tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre
David, tu siervo: = ¿A qué esta agitación de las naciones, estos
vanos
proyectos de los pueblos? =

26 = Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han
aliado contra el Señor y contra su Ungido. =

27 «Porque verdaderamente en esta ciudad se = han aliado = Herodes
y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu
santo
siervo Jesús, a quien has = ungido =,

28 para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría
habías
predeterminado que sucediera.

29 Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos
que puedan predicar tu Palabra con toda valentía,

30 extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios
por el nombre de tu santo siervo Jesús.»

31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y
todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de
Dios
con valentía.

32 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una
sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común
entre ellos.

33 Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección
del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía.

34 No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que
poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta,

35 y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada
uno
según su necesidad.

36 José, llamado por los apóstoles Bernabé (que significa: «hijo de la
exhortación»), levita y originario de Chipre,