21 Ellos, después de haberles amenazado de nuevo, les soltaron, no
hallando manera de castigarles, a causa del pueblo, porque
todos
glorificaban a Dios por lo que había occurrido,
22 pues el hombre en quien se había realizado esta señal de curación
tenía más de cuarenta años.
23 Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les
habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos.
24 Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú
que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos,
25 tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre
David, tu siervo: = ¿A qué esta agitación de las naciones, estos
vanos
proyectos de los pueblos? =
26 = Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han
aliado contra el Señor y contra su Ungido. =
27 «Porque verdaderamente en esta ciudad se = han aliado = Herodes
y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu
santo
siervo Jesús, a quien has = ungido =,
28 para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría
habías
predeterminado que sucediera.
29 Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos
que puedan predicar tu Palabra con toda valentía,
30 extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios
por el nombre de tu santo siervo Jesús.»
31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y
todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de
Dios
con valentía.
32 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una
sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común
entre ellos.
33 Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección
del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía.