31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y
todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de
Dios
con valentía.
32 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una
sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común
entre ellos.
33 Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección
del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía.