32 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una
sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común
entre ellos.
33 Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección
del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía.
34 No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que
poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta,