17 Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: «Saúl,
hermano, me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció
en el
camino por donde venías, para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu
Santo.»
18 Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la
vista; se levantó y fue bautizado.
19 Tomó alimento y recobró las fuerzas. Estuvo algunos días con los
discípulos de Damasco,
20 y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era
el Hijo de Dios.
21 Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el
que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese
nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos atados a los sumos
sacerdotes?»
22 Pero Saulo se crecía y confundía a los judíos que vivían en
Damasco demostrándoles que aquél era el Cristo.