4 ¡Ay, gente pecadora, pueblo tarado de culpa. semilla de malvados,
hijos de perdición! Han dejado a Yahveh, han despreciado al Santo de
Israel, se han vuelto de espaldas.
5 ¿En dónde golpearos ya, si seguís contumaces? La cabeza toda está
enferma, toda entraña doliente.
6 De la planta del pie a la cabeza no hay en él cosa sana:
golpes,
magulladuras y heridas frescas, ni cerradas, ni vendadas, ni ablandadas con
aceite.
7 Vuestra tierra es desolación, vuestras ciudades, hogueras de fuego;
vuestro suelo delante de vosotros extranjeros se lo comen, y es una
desolación como devastación de extranjeros.
8 Ha quedado la hija de Sión como cobertizo en viña, como albergue
en pepinar, como ciudad sitiada.
9 De no habernos dejado Yahveh Sebaot un residuo minúsculo, como
Sodoma seríamos, a Gomorra nos pareceríamos.
10 Oíd una palabra de Yahveh, regidores de Sodoma. Escuchad una
instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
11 «¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -. Harto estoy
de holocaustos de carneros y de sebo de cebones; y sangre de
novillos y
machos cabríos no me agrada,
12 cuando venís a presentaros ante mí. ¿Quién ha solicitado de
vosotros esa pateadura de mis atrios?
13 No sigáis trayendo oblación vana: el humo del incienso me resulta
detestable. Novilunio, sábado, convocatoria: no tolero
falsedad y
solemnidad.