11 como hice con Samaría y sus ídolos, ¿no haré asimismo con
Jerusalén y sus simulacros?»
12 Pues bien, cuando hubiere dado remate el Señor a todas sus
empresas en el monte Sión y en Jerusalén, pasará revista al fruto
del
engreimiento del rey de Asur y al orgullo altivo de sus ojos.
13 Porque dijo: «Con el poder de mi mano lo hice, y con mi sabiduría,
porque soy inteligente, he borrado las fronteras de los
pueblos, sus
almacenes he saqueado, y he abatido como un fuerte a sus habitantes.
14 Como un nido ha alcanzado mi mano la riqueza de los pueblos, y
como se recogen huevos abandonados, he recogido yo toda la tierra, y no
hubo quien aleteara ni abriera el pico ni piara.»
15 ¿Acaso se jacta el hacha frente al que corta con ella? ¿o se tiene por
más grande la sierra que el que la blande? ¡como si la vara moviera al que
la levanta! ¡como si a quien no es madera el bastón alzara!
16 Por eso enviará Yahveh Sebaot entre sus bien comidos,
enflaquecimiento, y, debajo de su opulencia, encenderá un incendio como
de fuego.
17 La luz de Israel vendrá a ser fuego, y su Santo, llama; arderá
y
devorará su espino y su zarza en un solo día,
18 y el esplendor de su bosque y de su vergel en alma y en cuerpo será
consumido: será como el languidecer de un enfermo.
19 Lo que quede de los árboles de su bosque será tan poco, que un
niño los podrá contar.