14 Como un nido ha alcanzado mi mano la riqueza de los pueblos, y
como se recogen huevos abandonados, he recogido yo toda la tierra, y no
hubo quien aleteara ni abriera el pico ni piara.»
15 ¿Acaso se jacta el hacha frente al que corta con ella? ¿o se tiene por
más grande la sierra que el que la blande? ¡como si la vara moviera al que
la levanta! ¡como si a quien no es madera el bastón alzara!
16 Por eso enviará Yahveh Sebaot entre sus bien comidos,
enflaquecimiento, y, debajo de su opulencia, encenderá un incendio como
de fuego.
17 La luz de Israel vendrá a ser fuego, y su Santo, llama; arderá
y
devorará su espino y su zarza en un solo día,
18 y el esplendor de su bosque y de su vergel en alma y en cuerpo será
consumido: será como el languidecer de un enfermo.
19 Lo que quede de los árboles de su bosque será tan poco, que un
niño los podrá contar.
20 Aquel día no volverán ya el resto de Israel y los bien librados de la
casa de Jacob a apoyarse en el que los hiere, sino que se apoyarán
con
firmeza en Yahveh.
21 Un resto volverá, el resto de Jacob, al Dios poderoso.
22 Que aunque sea tu pueblo, Israel, como la arena del mar, sólo un
resto de él volverá. Exterminio decidido, rebosante de justicia.
23 Porque es un exterminio decidido lo que Yahveh Sebaot realizará
en medio de toda la tierra.
24 Por tanto, así dice el Señor Yahveh Sebaot: «No temas, pueblo mío
que moras en Sión, a Asur que con la vara te da golpes y su bastón levanta
contra ti (en el camino de Egipto).
25 Porque un poquito más y se habrá consumado el furor, y mi ira los
consumirá.»