5 Se prepara la mesa, se despliega el mantel, se come y se bebe.
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¡Levantaos, jefes, engrasad el escudo!
6 Pues así me ha dicho el Señor: «Anda, pon un vigía que vea y avise.
7 Cuando vea carros, troncos de caballos, jinetes en burro, jinetes en
camello, preste atención, mucha atención.»
8 Y exclamó el vigía: «Sobre la atalaya, mi señor, estoy firme a lo
largo del día, y en mi puesto de guardia estoy firme noches enteras.
9 Pues bien: por ahí vienen jinetes, troncos de caballos.» Replicó y
dijo: «¡Cayó, cayó Babilonia, y todas las estatuas de sus dioses se
han
estrellado contra el suelo!»
10 Trilla mía y parva de mi era: lo que he oído de parte de Yahveh
Sebaot, Dios de Israel, os lo he anunciado.
11 Oráculo sobre Duma. Alguien me grita desde Seír: «Centinela,
¿qué hay de la noche? centinela, ¿qué hay de la noche?»
12 Dice el centinela: «Se hizo de mañana y también de noche. Si
queréis preguntar, volveos, venid.»
13 Oráculo en la estepa. En el bosque, en la estepa, haced noche,
caravanas de dedanitas.
14 Al encuentro del sediento llevad agua, habitantes del país de Temá;
salid con pan al encuentro del fugitivo.
15 Pues de las espadas huyen, de la espada desnuda, del arco tendido,
de la pesadumbre de la guerra.
16 Pues así me ha dicho el Señor: «Al cabo de un año como año de
jornalero se habrá consumido toda la gloria de Quedar.