3 Todos sus jefes huyeron a una: del arco escapaban. Todos tus
valientes fueron apresados a una: lejos huían.
4 Por eso he dicho: «¡Apartaos de mí! Voy a llorar amargamente. No
os empeñéis en consolarme por la devastación de la hija de mi pueblo.»
5 Porque es día de perturbación, de extravío y de aplastamiento para el
Señor Yahveh Sebaot. En el valle de la Visión se zapa un muro y el grito de
socorro llega a la montaña,
6 Elam lleva el carcaj, Aram monta a caballo, Quir desnuda el escudo.
7 Tus mejores valles se vieron llenos de carros, y los de a
caballo
formaron frente a la puerta.
8 Entonces cayó la defensa de Judá. Contemplasteis aquel día el
arsenal de la Casa del Bosque.
9 Y las brechas de la ciudad de David visteis que eran muchas, y
reunisteis las aguas de la alberca inferior.
10 Las casas de Jerusalén contasteis, y demolisteis casas para fortificar
la muralla.
11 Un estanque hicisteis entre ambos muros para las aguas de la
alberca vieja; pero no os fijasteis en su Hacedor, al que desde
antiguo lo
ideó de lejos no le visteis.
12 Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a
raparse y ceñirse de sayal,
13 mas lo que hubo fue jolgorio y alegría, matanza de bueyes y
degüello de ovejas, comer carne y beber vino: «¡Comamos y bebamos, que
mañana moriremos!»
14 Entonces me reveló al oído Yahveh Sebaot: «No será expiada esa
culpa hasta que muráis» - ha dicho el Señor Yahveh Sebaot -.
15 Así dice el Señor Yahveh Sebaot: Preséntate al mayordomo, a
Sebná, encargado del palacio,
16 el que labra en alto su tumba, el que se talla en la peña una morada:
«¿Qué es tuyo aquí y a quién tienes aquí, que te has labrado aquí
una
tumba?»