7 El mosto estaba triste, la viña mustia: se trocaron en suspiros todas
las alegrías del corazón.
8 Cesó el alborozo de los tímpanos, suspendióse el estrépito de los
alegres, cesó el alborozo del arpa.
9 No beben vino cantando: amarga el licor a sus bebedores.
10 Ha quedado la villa vacía, ha sido cerrada toda casa, y no se puede
entrar.
11 Se lamentan en las calles por el vino. Desapareció toda alegría,
emigró el alborozo de la tierra.
12 Ha quedado en la ciudad soledad, y de desolación está herida la
puerta.
13 Porque en medio de la tierra, en mitad de los pueblos, pasa como
en el vareo del olivo, como en los rebuscos cuando acaba la vendimia.
14 Ellos levantan su voz y lanzan hurras; la majestad de Yahveh
aclaman desde el mar.
15 Por eso, en Oriente glorificad a Yahveh, en las islas del mar el
nombre de Yahveh, Dios de Israel.
16 Desde el confín de la tierra cánticos hemos oído: «¡Gloria al
justo!» Y digo: «¡Menguado de mí, menguado de mí! ¡Ay de mí, y de estos
malvados que hacen maldad, los malvados que han consumado la maldad!»
17 ¡Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de la tierra!
18 Sucederá que el que escape del pánico, caerá en la hoya, y el que
suba de la hoya, será preso en la trampa. Porque las esclusas de lo alto han
sido abiertas, y se estremecen los cimientos de la tierra,